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Apuntes

05.02.2021

¿Cómo escribir de aquello que no se menciona? ¿Cómo se habla de lo que no se quiere hablar, de las inquietudes más profundas que se desean evitar? ¿Cómo conseguir un pase de entrada a las profundidades del silencio sin tensionar inapropiadamente las fronteras establecidas y endurecidas interiormente?

 

20.09.2022

Pintar, pienso. Busco el soporte.

Tengo las telas, las guardo, una tela pequeña, una más grande, roja, verde, negra, blanca, una transparente, las cuelgo, están muy pequeñas, busco otra, es más amarilla, la cuelgo, la dejo.

Busco la imagen, unas fotografías, otros dibujos y otras escritas.

   Niños en ventana.

   Señor caminando con un collar de limones.

   Señor con carretilla, rines de cd.

   Niño pasea un camión de juguete con un perro dentro.

   Niña atraviesa una casa, cobijas colgadas.

 

Escojo Vuelvo, nos encontramos, divago y la dejo.

Me reta.

Vuelvo, busco las pinturas, una brocha, un pincel, me voy.

Tengo una fotografía, aparece una niña que atraviesa una calle, recuerdo que me interesó el lugar, unas cosas colgaban atrás, después un cerco y barro, cuando saqué la cámara, ella se atravesó, me miro, nos encontramos y siguió, la dejé en el carrete un tiempo, pero después nos volvimos a encontrar.

Vuelvo, pinto.

Los colores vienen, el cuerpo se mueve, la mano aprieta, se une, como la tela con el color. La referencia se agota, se aleja, no es necesaria, no sirve.

Nos encontramos, en mí soledad, en el suya. En lo perdido y extraviado. En el silencio y la espera. En el camino. En la deriva. En el allá, en el ahora. En el color. La acción.

-

 

El cielo es azul-amarrillo-blanco-gris-ocre-naranja, hay nubes, remolinos, barcos, flores y jirafas. Mi cuerpo es agua, y mi cabello flota, a veces soy tierra y otro tanto aire, los músculos saltan, el agua cae, todo se lleva. Cierro los ojos, los párpados saltan, como quien se resiste al descanso, ¿mente en blanco, o será negro? ¿No pensar en nada? ¿A dónde tirar tantos pensamientos? ¿Es posible? ¿Cómo escribir de lo que no se piensa?

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Juliana es una mona, una mona flaca, yo soy una morena, una morena flaca. Juliana mira grande y café, yo miro chiquito y negro. Juliana mira el mundo, yo miro el mundo con Juliana. Nos encontramos. Siempre nos encontramos.

La miro, me atrae la posición de su cuerpo, está sentada, casi acostada en la silla roja, que eligió papá, tiene la mano sobre su cabeza, y un pie en la otra silla, la empiezo a dibujar, diseccionó su cuerpo en mi cabeza, empiezo por lo que más me atrae, su rostro, y aunque hablamos de cuentos felices, está sombrío y un poco triste. Divido cada músculo, tratando de dar con su corporalidad. Me mira a ratos, otras veces solo a un lado, como quien espera algo.

Perderme por alguna calle, salir sin hora, sin tiempo, sin prisa, caminar, andar, divagar... Imaginar mundos, encontrar, mirar la gente pasar, la vida a avanzar, todos a la espera en vilo de un momento extraordinario de acontecimientos. Persisten rostros, formas, colores, texturas, sensaciones, de una forma apenas momentánea, efímera, unos cuantos fragmentos de vida. Así, sumergida, ensimismada, en tal contemplación de la vida, tanto aquí como allá, llegan memorias, a mi mente; atemporales, pensamientos abstraídos por el recuerdo.

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Sobre Manuel

La primera vez que lo miré fue en el 2022, a mediados de noviembre, estaba en otra esquina, otra esquina blanca, hacía sol y era casi mediodía, estaba sentado en el suelo, sobre una bolsa de basura, y organizaba las papas.

 

A mediados de agosto del 2023, me volví a encontrar con el señor de las papas. Está sentado en el andén. El andén de la esquina blanca. Sobre una ventana café justo al voltear. En la mañana hay sombra, tiene un carrito, una canasta, unas tulas y unas papas, busca unas bolsas transparentes y empieza a empacar de a una, de a dos, de a tres, sus manos ya saben el tamaño que lleva el kilo. Me recuerda a las manos de mi abuelo. Empaca las que tiene, y espera. Pasa una señora y compra un paquete, cuesta dos mil pesos. Es papa silviana dice con una gran sonrisa. Espera con paciencia. Tiene la cara agachada y su sombrero lo cubre, tiene una camisa lila y un pantalón verde, a veces se para organizar, mueve las tulas, y las papas, cuando no empaca, espera, cuando espera se detiene, él y el tiempo, él y yo, Manuel y la vida, el cuerpo y Manuel. En la tarde se hace en la calle de enfrente, protegiéndose del sol.

 

Que Dios la guarde y la acompañe, me dice.

 

Hoy pasé y ahí estaba Manuel, en la misma esquina de siempre, pero hoy no tenía el sombrero puesto, estaba a un lado, tenía la cabeza agachada y oraba. Hoy me encontré a Manuel de nuevo, esta vez iba caminando, su cuerpo camina despacio, el carro que lleva es pesado, lo acompañé unas cuadras.

 

Hoy está con una señora, parece su esposa, hoy también venden naranjas, ajos y cebollas.

 

Hoy sólo está la señora. Hoy están los dos de nuevo.

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